Las mascarillas son tan inútiles y peligrosas para la salud como Pedro Sánchez
Poco a poco, dos años después, con el asunto de las timovacunas, parte de la peña sale del estado hipnótico. Nunca es tarde, aunque tal vez sea tarde. El límite, en esta astracanada pangolínica, hubo que ponerlo desde el inicio. No me quedo en casa, no me pongo bozal, no me meto un puto palo por la napia, no cumplo el toque de queda, me reúno con quien me salga de la polla y con cuanta más gente, mejor. Me salto las fronteras regionales, no le doy ni de coña a un madero mis datos personales por desobedecer las psicóticas normas que ejecuta. No cumplo nada de nada. De esa manera, algo se podría haber conseguido. Decir NO, sin más. Desobedecer órdenes, medidas y leyes injustas, un deber. Una necesidad. Ética y vital.