Un año después del inicio del conflicto en Ucrania, tras el cual el nivel de histeria y de propaganda parece haberse apaciguado un poco, ya podemos constatar una cosa con seguridad: no existe la retaguardia en Occidente.
La retaguardia, entendida como la parte más alejada de la guerra, o lo que se halla detrás de un conflicto, no existe ni físicamente, ni espiritualmente, en nuestra sociedad.
Todos los días, todas las semanas y todos los meses se suceden crisis, incertidumbres y miedos, que se introducen en nuestras casas y nuestros trabajos o estudios queramos o no. Es una guerra constante para colonizar nuestras vidas y alistarnos en sus empresas, ya se trate de Ucrania, la intolerancia, el racismo o la minoría tal o cual. Ni un segundo de descanso.
Lo último está siendo el hundimiento de varios bancos en los USA, esa parte del mundo que creeríamos alejada de todas las guerras que ellos mismos provocan. Esa parte del mundo que ya vimos enfrentada por dentro con su Black Lives Matter… Y quienes nos exportan todas sus crisis y todas sus modas, americanizando cada vez más a Europa, una Europa que ya no se parece a sí misma en casi nada.
Una Europa que tolera ser saboteada impunemente por los USA con la voladura del Nord Stream, una estructura energética que ya había sido boicoteada por el Imperio. Una Europa que censura y persigue a cualquiera que describa la realidad, pero que alaba y ensalza a cualquiera que denigre e insulte como nazi al que describe lo que ve.
Ya no hay retaguardia en una España y Europa que son vistas como presas por los mercados financieros internacionales, donde sus pueblos son vistos como masas que entorpecen los movimientos de los esclavos intercambiables de un océano a otro.
Triste es ver que los militantes identitarios ya no pueden defender en las ciudades el comercio local y los barrios, cuando la mayoría de vecinos no tienen nada que ver históricamente con esa ciudad, o cuando los comercios son regentados por chinos o pakistaníes… Y cuando la población de origen autóctono se dedica a consumir hamburguesas, ver series yankees o escuchar música hip-hop mientras hablan espanglish…
¿Qué comunidad arraigada, qué modelo de gobierno? Ya no hay retaguardia, ya no hay un territorio visible que defender: para que sea posible hallar un lugar que los españoles podamos considerar propio, será necesario ser vanguardia. Pero para ello se deberá tener valor, ideales y otras cosas incómodas para una sociedad adormecida. ¿Seremos capaces?
