Contra una ministra mentirosa y falaz, cobarde y mercenaria
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«Hay tantos burros mandando hombres inteligentes que a veces pienso si la estupidez es una ciencia». António Aleixo.
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Los especialistas en naciones y nacionalismos suelen proponer en sus obras tres antinomias: la “esencia” de la nación como lo contrario a una realidad fabricada. La antigüedad de la nación versus su aparición en la Edad Moderna y la base cultural del nacionalismo en contraposición a sus metas y aspiraciones políticas. Estas antinomias se han incluido en las teorías elaboradas por los especialistas y se han reflejado en las actividades políticas de los nacionalistas mismos. Hacemos bien en recordar, como así hemos realizado en otros artículos, hasta qué punto las formulaciones nacionalistas en sí mismas muy variadas, han influido sobre el desarrollo del análisis histórico de las naciones y el nacionalismo y, a través de los historiadores, sobre todo la gama de teorías que hemos estado analizando.
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Nunca he creído que la discusión sobre qué y quién es una nación en España hubiera pasado a la historia, teniendo en cuenta el término “nacionalidades y regiones” que contempla nuestra Constitución del 1978, y que el problema iba a ser el debate sobre las culturas, las razas y las civilizaciones, que existe; y se complica aún más, si cabe, con la interculturalidad, la inmigración y la miseria, el inconveniente de la integración en aquellas.
La palabra ‘pedante’ es habitualmente utilizada de forma negativa para señalar a aquella persona engreída que hace un excesivo alarde de erudición y/o sabiduría (la tenga o no).
Según conclusiones de Francisco Reveles Vázquez, lejos de ser bien vista por los ciudadanos, la democracia es cuestionada por el comportamiento de quienes han accedido al poder gracias al voto mayoritario relativo, en contiendas mas o menos equitativas realizadas periódicamente. Lo peor sucede cuando el representante elegido se olvida de su programa de campaña e impone uno diferente o incluso hasta contradictorio como el de Pedro Sánchez (los mandatos por sorpresa, como diría Stokes, 2001). En muchos países como el nuestro, los gobernantes no han ganado legitimidad en el ejercicio del poder, dejando muchas asignaturas pendientes y muchos problemas sin resolver, como en el espacio latinoamericano, que Pedro Sánchez toma de ejemplo, donde varios de los gobiernos llamados democráticos por las izquierdas han hecho poco por superar las condiciones de marginación social de la mayoría de sus pobladores. El comportamiento de algunos incluso ha socavado las bases de la democracia, poniendo en duda su esencia como forma de gobierno en beneficio de la mayoría, a favor del pueblo. Lo que encontramos son nuevas élites políticas (como los sandinistas en Nicaragua o la familia Kirchner en Argentina), oligarquías partidistas (como la de tres partidos en México) o liderazgos personalistas (populistas y no populistas en América Latina, como Fujimori en Perú, Uribe en Colombia, Maduro en Venezuela o López Obrador en Mexico), que autoproclamándose representantes genuinos de los intereses del pueblo, no han hecho sino satisfacer intereses específicos, no han mejorado la condición de vida de los ciudadanos, ni tampoco prometen un futuro libre de inequidad social o de control político. Con ello se ha puesto en cuestión el hecho de que exista una auténtica representación política en la forma de gobierno democrático.
Respetadísima Ministra Ñoña: dada la postura que tomó en el cierre de la morgue del Palacio de hielo en Madrid, le voy a hacer un detallado análisis de lo que creo le impulsó a dicha decisión de marcharse en pleno desarrollo del Acto de toque del Himno Nacional.
Algunos vascos y catalanes mal nacidos están consumidos por un odio invencible hacia España y los españoles. Sus escritos y manifestaciones en los medios de comunicación y en sus reuniones de masas están plagados de menciones en este sentido: “nación más abyecta de Europa (…); nación mil veces maldita (…); raza más vil y despreciable de Europa…”.