El suicidio político de Pablo Casado
Es sabido que la política, a diferencia de las ciencias de la naturaleza, no es el reino de lo racional, pero no necesariamente ha de ser el ámbito obligado de la estupidez. Los políticos se comportan muchas veces con maldad, egoísmo, venalidad, prodigalidad, deslealtad e incompetencia, aunque estos componentes negativos de su oficio no son lo peor con lo que pueden castigar a las sociedades en las que pululan. El máximo peligro que acecha a un país es estar en manos de tontos activos. El daño que inflige a la buena marcha de los asuntos públicos la falta de inteligencia de los elegidos en las urnas para gestionarlos alcanza casi siempre dimensiones inconmensurables.