
Como buen predicador del neomarxismo progre, Kilian Cuerda Ros, portavoz de Izquierda Socialista, militante del PSOE, sindicalista de UGT y profesor de Historia de secundaria del IES Carles Salvador de Aldaia, no podía permitir que la transparente realidad enturbiara su inmaculado presente de antifascista militante. Aunque no sea más que un antifascista de opereta, Kilian Cuerda no puede permitirse el lujo de haber tenido un abuelo en la División Española de Voluntarios: la famosa División Azul que Franco envió a luchar al lado del ejército nazi. Y que es que el abuelo de nuestro Kilian -Joaquín Ros Cabo- no sólo fue voluntario de la División Azul, sino que además contó su experiencia en un ameno librito de memorias: Diario de la División Azul. Un músico en el frente ruso (Carena Editores SL. 2.013). Kilian, temeroso que la verdad saliera a la luz, decidió entonces prologar la edición de las memorias de su abuelo, sin duda, con la intención de reducir el daño que, en su jerarquía de valores, supone el hecho de haber sido un honorable soldado de la Wehrmacht. Se le acaba el chiringuito.
¡Qué vergüenza, Kilian!

La División Española de Voluntarios es una de las unidades militares más estudiadas de la Historia de España. Cualquier historiador puede sumergirse no sólo en toneladas de libros escritos sobre su trayectoria militar y política, sino también en los kilos y kilos de documentos y archivos existentes sobre su existencia. Prácticamente, no queda nada por decir o analizar sobre la misma y ello, precisamente, por causa de la abundantísima documentación generada. Al menos eso creíamos hasta que leímos el infumable prólogo del Sr. Cuerda Ros: una auténtica demostración de semianalfabetismo historiógrafico y de desconocimiento absoluto sobre la División, su organización y sus gentes, sus hechos y sus circunstancias. Eso, o es un mentiroso y un manipulador compulsivo, que también podría ser.
Kilian Cuerda Ros no sabe absolutamente nada sobre la División Española de Voluntarios cosa que, por otra parte, no parece importarle. Su guerra es muy distinta a la del Frente Ruso de 1.941. Su batalla está -tan sólo- en la necesidad que psiquiátricamente debe sentir de desligarse de la trayectoria de su abuelo Joaquín el Divisionario. De esta forma, en el prólogo del libro, realiza una asombrosa pirueta absolutamente surrealista: llevar los postulados y principios de la actual memoria democrática a 1.941. Casi nada. Y así nos encontramos con una descomunal parida que ha sido el total hazmereír de todos los historiadores serios -que también los hay- que han podido leer y comentar esta edición. Solo hace falta buscar en Google para conocer las opiniones que tienen sobre Kilian Cuerda 'el historiador' sus propios compañeros de profesión.
La gran mentira de Kilian Cuerda
Kilian intenta ocultar la verdad y nos cuenta en el prólogo del libro como su abuelo -que es músico militar- va casi obligado -o casi voluntario, tal y como queramos verlo- a la División Azul. Una fuerza misteriosa de la naturaleza obliga al abuelo fascista de Cuerda a alistarse al Heer. Nos relata el escaso número de voluntarios que ofrece el Reino de Valencia -Kilian no se quiere enterar que fueron MILES los soldados procedentes de Valencia, Alicante y Castellón- así como el también escaso entusiasmo de los que van.
En un alarde de increíble estulticia nos cuenta cómo se piden voluntarios dentro de la Banda de Música a la que su abuelo pertenece y como son muy pocos los que responden a la llamada. Sin embargo, tal y como nos explica el renegado y desagradecido nieto, son muchos más los que se alistan cuando se solicitan voluntarios para formar la Banda de Música de la División: cosa esta que, aunque no sea entendida demasiado bien por Cuerda Ros, resulta muy normal tratándose de músicos profesionales.

Una vez en Rusia, y dados los más bien escasos cometidos de la Banda en el Frente Ruso, podemos observar como estos músicos son utilizados como mano de obra del último escalón divisionario, realizando trabajos desagradables y pesados que no pueden ser realizados por los infantes de primera línea. Las quejas que en este sentido pronuncia el abuelo en su diario de guerra sobre ciertos jefes y oficiales son tomadas por Cuerda Ros -asombraos- por un sólido sentimiento antifascista secretamente mantenido por el músico. Es un 'antifascista' infiltrado en las filas del enemigo. Nuestro Kilian nos toma a todos directamente por gilipollas.
El nieto socialista asegura que, en el Diario de su abuelo, existen notas que permiten sostener -como él mismo hace sin despeinarse un pelo de la barba- que el abuelo en cuestión debía ocultar sus auténticos sentimientos izquierdistas -incluso valencianistas- dentro del ejército nazi. Una hilarante tesis de doble lectura de un Diario que, en realidad, aparece tan simple y diáfano cómo lo que es: la experiencia de un divisionario en tercera línea de guerra que, aunque Cuerda Ros lo silencie maliciosamente, se encuentra absolutamente asombrado y fascinado por la organización, pericia y moral del Ejército alemán. El abuelo siente una admiración casi mesiánica por los nazis y es un indisimulado admirador de Adolf Hitler, Führer del Tercer Reich. Merece la pena hacerse con este librito para pasar un buen rato. No por los hechos de armas o aventuras que describe, sino por el surrealista esfuerzo del historiador Cuerda en ofrecernos una divertidísima, por cateta, visión alternativa de la División Azul.
¿Este hombre es profesor de historia?
Este sujeto da clase de Historia en el Instituto IES Carles Salvador de Aldaia (pobres alumnos). Y MEDITERRÁNEO DIGITAL tiene todo el derecho a dudar -al igual que duda él de nuestros imple derecho a existir- de su conocimiento de la Historia Moderna y Contemporánea de España. Porque como todo lo que enseñe sea como esto, que no duda en exponernos en el librito de marras, apañados estamos. Y apañados están nuestros hijos. No tiene ni puñetera idea y de lo único que parece ser experto es de mirar el año 1.941 con las gafas de pasta subvencionadas y palurdas del 2.022. Esto nos ha hecho entender muchas cosas de su actual comportamiento y de sus ya patentes fobias personales. Aunque hemos de reconocer que el abuelo nazi de nuestro Kilian nos cae muchísimo mejor -el Divisionario Don Joaquín Ros Cabo- que este triste esperpento de lo que debería ser la intelectualidad española. Pobre Kilian. Si su abuelo levantara la cabeza.
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