Ha sido, como cada 11 de Septiembre, una de las imágenes de la Diada.
La tradicional ofrenda floral de partidos, organizaciones e instituciones al monumento de Rafael Casanova en el centro de la ciudad.
Desde primera hora, las comitivas han ido desfilando entre los acordes del Himno dels Segadors ante la imponente estatua del conseller en cap de Barcelona en 1714, convertido en todo un símbolo de lucha y resistencia por el nacionalismo.
Este año, Artur Mas no acudió como President de la Generalitat, sino encabezando la delegación del Partit Demòcrata Català (la refundada Convergència), flanqueado por Neus Munté, su mano derecha y actual vicepresidenta de la Generalitat, y la nueva portavoz de la formación, Marta Pascal.
Sin embargo, detrás de la imagen se colaba una curiosa estampa: rodeados de banderas esteladas, la enseña soberanista, aparecen los representantes de Nous Catalans, con turbante incluído, la subvencionada (y polémica) organización que aglutina, bajo el manto del catalanismo, a todos los inmigrantes sumados a la causa.
Tras la primera línea, con el Molt Honorable President incluído, los nuevos catalanes entonan, con inusual pasión, el Himno del Segadors.
Si una imagen vale más que mil palabras, la fotografía ilustra, a la perfección, la situación (presente y futura) del independentismo en Cataluña. Poco más se puede añadir.
Si Macià y Companys levantaran la cabeza. Pa amb tomàquet con cuscús.
Artur Mas al capdavant d'una nombrosa representació del Partit Demòcrata Català https://t.co/A6jvjssObg pic.twitter.com/9emCDcXySV
— 324.cat (@324cat) 11 de septiembre de 2016