
Nadie podrá negarle a Donald Trump que es un personaje auténtico. Y sobretodo, que predica con el ejemplo. Hasta los límites más insospechados. La corrección política no va con él. Precisamente por eso, los norteamericanos le votaron. Trump ha llegado para romper con todo y con todos. Incluso se salta gestos tan habituales y protocolarios como un simple apretón de manos. Se acabó la falsa diplomacia de sonreír para la cámara y los abrazos para la posteridad.

La esperada reunión de este viernes entre Donald Trump y Angela Merkel ha dejado una curiosa y polémica estampa. En la tradicional sesión de fotos previa al encuentro en el Despacho Oval, el presidente de Estados Unidos se ha negado a dar la mano a la canciller alemana, a la que no se ha molestado ni en mirar a la cara.
Las imágenes recogen el momento en el que Merkel le pregunta a su anfitrión si quiere que se den la mano. Trump permanece impávido, como si oyera llover. Todavía espera respuesta.
Por estilo y personalidad, Trump y Merkel no pueden ser más diferentes. El presidente yankee, además, no ha ahorrado en epítetos contra la alemana, por la que siente especial animadversión. Durante la campaña electoral, llegó a decir que "Merkel está arruinando a Alemania" con su política de acogida de refugiados.
El Gobierno de Trump ha declarado que la UE es un instrumento de Alemania para controlar Europa, y el máximo asesor político de Trump, Steven Bannon, dirigió la web nacionalista Breitbart, que ha atacado con dureza la inmigración musulmana en Alemania.
Photographers: Can we get a handshake?
Merkel (to Trump): Do you want to have a handshake?
Trump: *no response*
Merkel: *makes awkward face* pic.twitter.com/ehgpCnWPg7— David Mack (@davidmackau) 17 de marzo de 2017