
Después de la declaración unilateral de independencia el pasado viernes y la posterior aplicación del artículo 155, el escenario que se avecinaba en Cataluña y en España era algo más que imprevisible. Sin embargo, para sorpresa de muchos y desesperación de otros tantos, Carles Puigdemont y cinco exconsellers decidieron abandonar España en coche, coger un avión en Marsella y aterrizar en la capital de Bélgica.

En el país belga es donde actualmente se encuentra el expresident y sus cinco exconsellers. Durante el día de ayer se habló largo y tendido sobre la posibilidad de que Puigdemont solicitase asilo político en el país. De hecho, su abogado, Paul Bekaert, conocido por ser el abogado de referencia de la banda terrorista ETA, confirmó que estaban valorando la posibilidad de solicitar asilo político. Sin embargo, el president cesado afirmó en una multitudinaria rueda de prensa convocada en Bruselas, que no pedirá asilo político en Bélgica y que volverá a España cuando "tenga garantías de un juicio justo".
Los independentistas catalanes siguen confundiendo permanentemente los conceptos más básicos de la democracia: ningún Estado de Europa puede garantizar un trato especial a ningún ciudadano, porque no tiene competencias ni potestad sobre el poder judicial, que es independendiente. Ahí radica precisamente uno de los pilares básicos de la democracia y el Estado de derecho.
Puigdemont, desde Bruselas, afirma que sigue siendo 'el president de la Generalitat' https://t.co/4FCE6gzEjU pic.twitter.com/NBPDfy6VVg
— MEDITERRÁNEO DIGITAL (@MediterraneoDGT) 31 de octubre de 2017
Prácticamente, ningún país de la Unión Europea podría conceder asilo político a Puigdemont y a su equipo de Gobierno. Debido a los acuerdos internacionales, principalmente al Protocolo 24 impulsado precisamente por José María Aznar en sus años en La Moncloa, sería muy difícil que un Estado miembro acogiera al expresident y se arriesgara, incluso, a ser sancionado y tener que salir de la UE.
Los nacionalistas han elegido Bélgica porque en el país gobierna un partido de derechas nacionalista. Sin embargo, si los belgas decidiesen conceder asilo político a Puigdemont el asunto acabaría en manos del Consejo Europeo que podría poner en dificultades la gobernabilidad de Bélgica, que no atraviesa tampoco por su mejor momento... y tiene en el separatismo flamenco su particular Talón de Aquiles.
En la política continental, solo cuentan con el apoyo ferviente de Nigel Farage, un político de la extrema derecha nacionalista, supremacista y flamenco.

¿Qué puede pasar?
Los escenarios son múltiples. Desde la vuelta de Puigdemont sus exconsellers a España para someterse a la Justicia. Quedarse en Bélgica y partir desde allí a Suiza, para demorar los procesos de extradición o inclsuo seguir el modelo de Julian Assange, uno de sus grandes baluartes.
El australiano Julian Assange, fundador de Wikileaks, permanece en Londres en la embajada de Ecuador. Intenta burlar así la orden internacional de detención que pesa sobre él desde 2010: está buscado por la Justicia de Suecia, donde existen dos denuncias contra él por cargos de violación y acoso sexual.
La Generalitat pagó 2,3 millones de euros a Assange para que 'se volviera' catalán https://t.co/uHUPfkXwDw pic.twitter.com/DzrNLtfHCg
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Otra posibilidad sería recalar en algún consulado en territorio catalán. El consulado de Islas Seychelles, el de Islandia, Albania y Singapour están controlados por empresarios catalanes. Incluso el cónsul del país asiático es Josep Manuel Basáñez, quien fue conseller de Economía de la Generalitat durante la presidencia de Jordi Pujol.
La vía venezolana
Por el momento, el único país que ha mostrado su apoyo descarado y sin tapujos al independentismo catalán es Venezuela. De hecho, el pasado 28 de octubre varios políticos venezolanos firmaron un manifiesto que llevaba por título: "Solidaridad con el Pueblo de Cataluña, su derecho a la autodeterminación y su declaración de independencia".
Manifiesto Desde Venezuela: Solidaridad con Cataluña
Ese texto fue firmado por tres exministros de Hugo Chávez (Héctor Navarro Díaz, Gustavo Marquez Marín, Oly Millán Campos) y por 14 políticos pertenecientes a movimientos socialistas y comunistas del país.

Eso se suma a los continuos guiños de Nicolás Maduro al nacionalismo catalán. Enfrentado a perpetuidad con el Gobierno español, el dirigente bolivariano ha encontrado en el desafío del independentismo su 'Caballo de Troya' ideal para boicotear al Ejecutivo de Mariano Rajoy.
Hace apenas unas semanas, con la detención y el ingreso en prisión de los líderes de la ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, acusados de sedición, Nicolás Maduro cargó duramente en su programa de televisión contra "la represión franquista" del pueblo de Cataluña, y calificó de "presos políticos" a los dos dirigentes secesionistas encarcelados.
Maduro, que ahora se siente catalán, denuncia que España 'tiene presos polítcos' https://t.co/3mOrDUV3Zs pic.twitter.com/pwvOzGTL9D
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Firme defensor del 'derecho de autodeterminación' y del referéndum de Cataluña, Maduro fue el único dirigente internacional que censuró públicamente la actuación del Estado el 1 de octubre, pidiendo incluso al "dictador" Rajoy que "frenara el genocidio" contra los catalanes. "Resiste Cataluña, América Latina te admira".
Salvando las distancias, Venezuela, uno de los pocos países con los que no existen convenios de extradición activos, se ha convertido en cuna de acogida habitual de terrorista de ETA, que han visto en el país caribeño su exilio ideal, resguardados bajo el paraguas del régimen bolivariano y lejos de los tentáculos internacionales del Estado español.
