
Acusan a Donald Trump de sacar al pueblo de EEUU a las calles, pero, a decir verdad, quienes están haciendo estruendo son los sectores más marginales de la sociedad estadounidense, aquellos que viven abandonados a la criminalidad y a las algaradas callejeras.

La reyerta urbanita no procede de las pijoprogres "made in New York", de esas que recorren Manhattan con tacones y vaqueros rotos, con un iPod de Apple atado a su cinturón de piel de leopardo y con un "coffee" o un frapu de Starbucks pegado a sus dedos.
La caterva, horda o tropel que protagoniza la revuelta antitrump está compuesta por anarquistas de la calaña más baja y por feministas de la peor ralea. Una prueba de ello es su acalorado comportamiento en la urbe y otro, la absurdez y la enajenación de sus eslóganes.

Mensajes lunáticos que piden "erradicar a los hombres", la instauración de la Sharia o el sinsentido de reivindicar amor hacia el Islam y a su vez, invocar el final de la misoginia: Así, son los carteles de los manifestantes contrarios al Presidente Donald Trump.
