La noche estaba a punto de cerrarse en Taghazout, un pequeño pueblo cerca de Agadir. Las calles y los bares, repletos de jóvenes, festejan el comienzo del fin de semana. En la avenida principal de este pueblo pesquero al sur del país, las tablas de surf y los neoprenos, todavía húmedos, están apoyados en las barandillas. De repente, el leve sonido del golpe de una tabla alerta al primero de los viandantes. Temblor, llegó el pánico. La noche del viernes al sábado, uno de los peores terremotos de la historia de Marruecos sacudió el país. Más de 2.000 personas han muerto y más de 1.000 han sido contabilizadas heridas en diferentes localidades, pero se espera que las víctimas aumenten conforme avancen las tareas de rescate. El seísmo, de magnitud 7,2 y con epicentro en las montañas del Alto Atlas, a unos 70 kilómetros al suroeste de la ciudad de Marrakech, ha dejado escenas de destrucción, pánico y muerte.