
En manos de quién estamos. Con Cataluña ardiendo y la situación completamente desbocada por la violencia extrema generada por el independentismo, unos disturbios que duran ya una semana y han dejado más de 300 heridos y un reguero de destrozos sin parangón, la Generalitat denuncia que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha querido cogerle el teléfono a su homólogo catalán, Quim Torra. Literal.

En una comparecencia pública tras una reunión de urgencia este sábado desde el Palau de la Generalitat, el Govern de Cataluña exigía por enésima vez "dialogo" a las autoridades del Estado, y lanzaba otro órdago para intentar tensar todavía más la cuerda: "Llegaremos hasta donde el pueblo de Cataluña quiera llegar", amenazaba Torra.
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Y apenas unas horas después, llegaba la segunda parte. El Gabinete de prensa catalán confirmaba que habían llamado al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y que no había querido ponerse al teléfono. ¿Estamos dirigidos por dementes?
Una versión que ha sido confirmada por la propia Moncloa a través de un comunicado. Por si quedaban dudas. Sánchez no hablará con Torra hasta que "no condene rotundamente la violencia" y reconozca públicamente el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de los Mossos d'Esquadra.
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"El Gobierno de España siempre ha estado a favor de dialogar dentro de la ley. Primero Ley y luego diálogo", ha sido la respuesta del Gobierno a la llamada de Torra, según han informado fuentes del Ejecutivo.

En este sentido, el Gobierno ha subrayado que para que el diálogo sea efectivo, Torra "debería reconocer a la otra parte de catalanes, que no son independentistas, y que le están reclamando reconstruir la convivencia dañada por el independentismo".
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"El problema de Cataluña no es la independencia, que no se producirá, porque no es legal, ni la quiere la mayoría de catalanes, sino la convivencia", sentencia en una misiva del más de lo mismo. Igual que el comunicado del martes, o el del miércoles. Pulcro en las formas, vacío en el fondo. Nada nuevo bajo el Sol.
Los independentistas quieren sentarse con el Estado con una única premisa intocable y una trampa debajo la mesa: pactar fecha y hora del referèndum de autodeterminación. Todo se puede hablar, pero la consulta es sagrada. ¿Qué clase de negociación es esa? Pero el Estado debe responder desde el otro lado. Si algo se le debe de exigir al presidente del Gobierno es precisamente que haga política. Y si no quiere ponerse al teléfono, que actúe. La crisis de Cataluña no se va a solucionar por generación espontánea. ¿En manos de quién estamos?