Hoy, en clases aceleradas de primero de coherencia política, os traemos a una de las estrellas especializadas en la materia, la excelentísima marquesa de Galapagar.

Cuando confundes “amar a tu país” con “vivir a costa de tu país” https://t.co/ObQKxXmQHz pic.twitter.com/5reMmEqDBk
— Irene Montero (@Irene_Montero_) 5 de febrero de 2019
Suponemos que Irena Montera es la persona más indicada para darnos lecciones sobre eso de "vivir a costa de tu país". Es más, ella lo ha hecho extensible a otros países. Porque aquí donde la vemos, y como ya os contamos en MEDITERRÁNEO DIGITAL, Irena Montera es esa mujer de clase trabajadora que no llega al año de cotización, pero que vive en una mansión de 600.000 euros con más habitaciones que el castillo de las princesas Disney.
Una hipoteca de 600.000 euros... sin cotizar
En España, ¿qué clase de personas consiguen a una edad tan temprana (no llega a los 35) una hipoteca por valor de 600.000 €uros? (imaginemos que es la mitad, que la otra parte, es de su flamante parejo, Pablo Iglesios). ¿Qué clase de persona con menos de 35 años accede a una hipoteca de 300.000 €uros sin haber llegado al año de cotización o sin tener un contrato de trabajo indefinido (porque que sepamos, no lo tiene)? Así a bote pronto, este nivel de vida lo llevan las familias pudientes, las mujeres de hombres ricos, los narcotraficantes o las señoritas de compañía. ¿Encaja la marquesa de Galapagar en alguna de estas categorías?

Nos encantaría que en primero de coherencia política le enseñáramos a Irene Montero por qué debería cerrar la boca antes de manchar el nombre de personas como Santiago Abascal. Para empezar, y a diferencia de ella, el actual presidente de VOX entró en política desde muy jovencito con un claro propósito: derrotar a ETA.
Abascal, en política desde los 18 años; Irene, desde los 27
Mientras Irene Montero se crió en la paz y en la tranquilidad de una familia trabajadora más, en el popular barrio madrileño de Moralataz, Santiago Abascal lo hizo vigilando los bajos del coche en Amurrio, con pintadas que ponían su apellido en el punto de mira de una pistola, porque su familia vivía amenazada por el grupo terrorista.
Santi Abascal se afilió con dieciocho añitos y fue entonces cuando empezó a trabajar activamente en política, a lo que se ha dedicado exclusivamente. Irene Montero se unió a Podemos en 2014, con veintiséis años. Curiosamente entró en política para darle voz a los afectados de la hipoteca. ¿Y cuántas hipotecas había tenido Irene? Ninguna. Pero la chica se hizo un hueco ahí. En 2015 consiguió un escaño en el Congreso, cerquita de Pablo Iglesias, con quien inició una relación sentimental (oficialmente) en 2016 y a quien hizo padre en 2018. Lo que viene siendo una carrera meteórica que culminó en la compra de una mansión de 660.000 €uros en el lujoso barrio de Galapagar.
Referente feminista gracias a su marido
Pero la coherencia política es esto, claro. Es la permanente ley del embudo donde se esconden los políticos de izquierdas para arremeter contra la forma de vivir de los políticos de derechas. ¿Qué va a ser lo próximo, Podemos? ¿Que deis clases de derechos humanos cuando dais apoyo a dictadores como Maduro? ¿Que nos deis clases de economía doméstica cuando vivís en mansiones? ¿Que nos digáis que no podemos consumir Coca-Cola mientras le dais un trago a una en el Congreso? ¿Que no es de buen ciudadano no pagar las cuotas de la seguridad social a los empleados mientras os condenan en los tribunales por no haberlo hecho?

Menos mal que Irene Montero ya tiene su propio hueco en la televisión esa que financia el régimen de Irán, la Tuerka, donde ha empezado a presentar un programa junto a su esposo (así el día que no pueden ir, pueden montarse el plató en el salón de su casa). Una fenómena que lleva toda su vida viviendo del dinero público de los españoles, los venezolanos y ahora, los iraníes. Con un par... de ovarios.