
La búsqueda de una vacuna para el coronavirus se ha convertido en una batalla a contrarreloj que están librando ahora mismo decenas de científicos en el mundo. Una carrera a la desesperada para la que se buscan voluntarios que se dejen infectar con una cepa del Covid-19 a cambio de 4.000 euros. Igual que conejillos de índias, pero en versión humana.

Un laboratorio del este de Londres, una de las zonas más afectadas del país, se ha decidido a ofrecer 4.000 euros por cada voluntario que se ofrezca a infectarse con una cepa debilitada del virus para probar una nueva vacuna que están desarrollando. El estudio del Queen Mary BioEnterprises Innovation Centre (HVIVO) requerirá de 24 personas que deberán ser puestas en cuarentena durante dos semanas a la espera de ver si son capaces de superar la enfermedad.
En cualquier caso, y aun cuando tengan éxito en su misión, los expertos coinciden en que es imposible que la vacuna llegue a tiempo para parar la epidemia actual, que ya se ha cobrado la vida de más de 4.000 personas alrededor del mundo y ha infectado a más de 100.000, con las cifras creciendo con cada minuto que pasa. Para intentar frenarla, se calcula que ya se han invertido más de 1.760 millones de euros en investigación y desarrollo.
En la de HVIVO, se les pedirá a los participantes que se infecten con dos cepas debilitadas del COVID-19 llamadas 0C43 y 229E, para, después, mantenerles en cuarentena dos semanas. Durante ese tiempo, llevarán una dieta estricta y no podrán realizar ningún tipo de ejercicio físico, además, por supuesto, de no poder tener contacto directo con ningún otro ser humano. Otro laboratorio en Seattle, por ejemplo, también llevará a cabo un estudio parecido a mediados de abril, aunque durará 14 meses y sus participantes, además de recibir apenas 970 euros, no deberán estar en cuarentena. Tanto este como el de Londres están aún pendientes de aprobación por parte de los organismos oficiales del gobierno de cada país.
El único contacto humano que tendrán es con enfermeras y médicos con equipo de protección y ventiladores que ingresarán a la sala para muestras de sangre y análisis. Los médicos también recolectarán los tejidos sucios para poder pesarlos y medir su "carga viral". Los investigadores dicen que les permitirá evaluar la eficacia de nuevos virus y medicamentos antivirales en un ambiente seguro.
A pesar de que en el Reino Unido no existe una situación tan preocupante como en Alemania, Francia, Italia o España, las autoridades médicas del país están llevando a cabo preparativos basándose en cálculos que estiman las muertes por el coronavirus en cerca de 100.000 solo en las islas británicas. Nicola Sturgeon, la ministra principal de Escocia, aceptó estas cifras basándose en la premisa de que deben prepararse para el "peor escenario científico posible".

El problema es que las cinco víctimas mortales que se han producido hasta el momento en el país por el COVID-19 fueron infectadas dentro del territorio del Reino Unido, lo que hace pensar que el virus podría estar expandiéndose rápidamente y que en cualquier momento las cifras pueden aumentar exponencialmente. En el país gobernado por Boris Johnson apenas hay 319 casos registrados, en contraste, por ejemplo, con los más de 7.000 en Italia o los más de 1.200 en España.