
La inseguridad social es una preocupación que empieza a instalarse en varias de las grandes ciudades de España y que están requiriendo soluciones inmediatas.

Las preocupaciones de la alcaldesa de la ciudad de Barcelona, Ada Colau, han sido numerosas en las últimas semanas; entre los caos de los acuerdos para pactar o la proclamación de la investidura ahora enfrenta la incomodidad de los vecinos de la ciudad condal por la llamativa “solución” que desde el Ayuntamiento —y con fondos públicos— se les ha dado a los continuos episodios de robo, ocurridos durante la noche, alrededor de las obras públicas que se están llevando a cabo.
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Sin duda, la reforma de infraestructura cívica —y, sobre todo, los problemas que han acarreado— es uno de los asuntos por los cuales el gobierno de Ada Colau ha sido señalado multitud de veces. Pero la preocupación le ha llegado a la alcaldesa al detectar los numerosos robos por parte de grupos de una etnia que no podemos decir que planeaban el acecho nocturno a las obras públicas de la ciudad.
Los episodios han sido denunciados por vecinos de las obras llevadas a cabo en torno a la Iglesia de Sant Rafael que se espera esté finalizada para el próximo octubre. Además, vecinos de Sant Martí también han aportado denuncias por el mismo motivo en los Jardines del Clot de la Mel, concretamente. Estos episodios de delincuencia han preocupado a los vecinos aun más cuando la solución planteada parece salida de una ficción.
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“Si no puedes con tus enemigos, únete a ellos” recordarán algunos. Pues bien, la respuesta del Ayuntamiento de Barcelona frente a esta problemática, cada vez, más ocurrente ha sido la contratación de familias, de una etnia que no podemos decir, que se han organizado estratégicamente para “proteger” de ataques de delincuencia a las obras públicas de la ciudad, concretamente, el robo de los materiales.

La organización de las tareas de vigilancia durante la noche recae en las manos de las familias que llevan a cabo el “trabajo”; las comillas se deben a que, sin duda la protección es importante, pero ¿a cualquier coste? ¿Acaso no es oportuno preguntarse si estas familias perciben algún tipo de remuneración por lo que es un trabajo en negro?
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