
Más de media España contempla entre sobrecogida e indignada cómo se fragua lenta, pero inexorablemente, un pacto nefando que pone en peligro todo lo trabajosamente construido a lo largo de los últimos cuarenta años, una sociedad moderna, un país plenamente integrado en Occidente, una economía dinámica y fuertemente exportadora, una amplia clase media amortiguadora de desigualdades, una magnífica red de infraestructuras, una democracia constitucional que, con sus indudables defectos, garantiza igualdad de derechos y libertades a todos los ciudadanos y, en definitiva, un marco institucional y legal que proporciona seguridad, previsibilidad, orden y paz civil.