Son muchas las cosas que debemos replantearnos después del espectáculo al que estamos asistiendo desde hace ya demasiado tiempo. Hemos permanecidos como testigos mudos, sin inmutarnos y posiblemente hasta con miedo por temor a ser estigmatizados, si alguno de los dogmas de esta nueva moral que se nos ha impuesto, desagrada a los guardianes de lo políticamente correcto. Ese silencio cómplice, ese no levantar la voz a tiempo, ese temor a la estigmatización y a quedarse fuera del debate, nos ha conducido, nos ha traído hasta donde nos encontramos actualmente.