
Mentiría si dijera que existen cosas en España que fueran capaces de sorprenderme. Por desgracia ya nada me sorprende, por muy aberrante que sea la cuestión o muy detestable el protagonista del suceso. En el caso del periodista Pedro J. Ramírez, lo que diga, haga o escriba, no solo no me sorprende a mí, es que creo que a nadie puede sorprender o extrañar, sobre todo, desde que hace algunos años, tuvimos la ocasión de ver un vídeo de bastante mal gusto donde él se mostraba, como decirlo, en su faceta más indecorosa. No tengo por costumbre opinar sobre cuestiones de alcoba, pero tampoco consiento, que personas de cuya moral dudo, me den lecciones de nada, por muy de moda que se haya puesto el personaje, gracias a su nueva pareja, "miembra" destacada del lobby feminista y muy cercana al partido socialista y posiblemente responsable ultimo de que a Pedro J. se le hayan abierto de nuevo las puertas de televisión española, pulpito desde donde suelta sus excrementos dialectico con un aire de suficiencia, que lo hacen insoportable.