
Es tan lamentable como injustificable la repetición de los aciertos y errores en el pensamiento filosófico de todos los tiempos, habida cuenta de que la naturaleza humana es la de siempre, con sus disposiciones al bien o al mal, a la virtud natural o a la cobardía, frente a sus exigencias morales ante lo divino o ante lo humano, que ya nada nos puede extrañar… De ahí las diversas tendencias filosóficas que retratan el estado anímico-moral del pensador.