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No importan la década, el entrenador, los jugadores, ni el rival. No importa que haya público o no, que se llame Copa de la UEFA o Europa League. Ni siquiera que todo, la vida y el fútbol, albergue para siempre una cicatriz por una pandemia que jamás imaginamos. Sólo importa el escudo y acaso el hombre que lo zurce cuando se descose, ese taumaturgo de los despachos llamado Monchi, que es el único nexo que enlaza los ya seis reinados continentales del Sevilla Fútbol Club. Cayó el Inter rendido al embrujo que cultiva el conjunto andaluz, cuya herencia tan brillantemente ha prolongado Julen Lopetegui, ya un pedazo de historia sevillista, como Banega, en su último día con esa camiseta, y sobre todo De Jong y Diego Carlos.