
Por supuesto que hemos perdido libertad, buena parte de la que nos quedaba que no era tanta como nos decían, ya que el sistema antes de la pandemia te decía lo que tenías qué consumir, qué hacer, qué leer, qué ver, qué escuchar, qué decir y hasta qué pensar, pero al menos había cierto margen para la disidencia, disidencia que ya era satanizada, censurada y reprimida pero con cierta libertad de movimientos que aún no eran considerados ilegales, aunque cada vez había más legislación represora contra los de siempre, más jueces dispuestos a aplicarla y más prensa del sistema servil y lacayuna encantada de jalearlo para que el pueblo reconociera como muy peligrosos y como sus enemigos a compatriotas que usaban romper los dogmas de lo políticamente correcto.