
Fuimos los primeros en denunciar en solitario las demasías, excesos, corruptelas de Juan Carlos I. Aquello no era políticamente correcto pero lo hicimos. Posteriormente y tras la cacería de elefantes, se ha abierto la veda aunque, nada más abdicar, lo aforaron entre todos deprisa y corriendo para que no diera cuenta de sus hijos, de sus negocios y de sus francachelas. Pero, por si acaso, le han sacado de todo protocolo. Debe estar cabreado como una mona, pero mejor que no abra la boca.